Jorge Leonardo Castro Molina
Al momento de escribir esta nota ya habían pasado varios meses de la visita a San Cipriano, un corregimiento internado en la selva Pacifica colombiana, el cual hace parte del departamento del Valle del Cauca. Para rememorar, fue grato dirigirme a las fotos del viaje, siendo estas, el retrato que puede transmitir de mejor forma a mis palabras, la belleza de tal lugar.
San Cipriano, ¿Qué es? Pregunté. Al leer el mensaje en la entrada del corregimiento, este anuncia que es el “Destino Turístico #1 el Pacifico Colombiano”.
Afirmación que es replicada por los medios de comunicación del departamento y que, en un breve sondeo a mis compañeros, lo confirma. En contravención, quise escribir esta nota, quizás con la mayor muestra de ignorancia, pero exponiendo mi percepción y mi experiencia.
San Cipriano ¿Qué es?, Pregunté, en seguida una de mis compañeras responde, “es una propiedad ancestral y territorio colectivo”, la miré sabiendo que puede ser la respuesta mas acertada y concreta, donde es imposible la duda, pero con la gracia a tan amable invitación a debatir.
Pocos han sido mis viajes con personas tan diversas y con conocimientos tan amplios, pero hoy, al contrastar dicha respuesta con lo vivido, es innegable que en cada rincón se respiró la tradición de sus habitantes y el valor ambiental de su territorio. Su cultura es viva y difícil de describir, sumada al reflejo de un “progreso” o “desarrollo” tan propio a sus lugareños que se convierte en envidiable.
Por lo anterior, cuestiono sí San Cipriano es el “Destino Turístico #1 el Pacifico Colombiano” o por el contrario, es uno de los refugios del origen del Pacifico Colombiano, en especial, del Valle del Cauca. Afirmación problemática, pero insisto, es una percepción, quizás, con la mayor muestra de ignorancia, y posiblemente fundamentada en la comparación de sabor de una Cocada, del reflejo del sol en un estanque de agua o en la atención de sus habitantes.
Pero la considero, dado el empuje de su gente evidenciado en su medio principal de transporte, en las formas de organización de su territorio, en los medios de producción y su gestión económica. En el orgullo de mostrar su territorio y sus resultados.
Qué difícil es no dirigirse de la misma forma de Cali, Bugalagrande, Palmira, Cartago, Roso, Tuluá, etc. Pero con la distinción, de que San Cipriano invita a retornar al origen del Valle del Cauca, a un “desarrollo” en lo ambiental, en lo político y en lo social qué a pesar de sus problemáticas y dificultades, evidencian nuevos caminos de gestión territorial y que, por varios medios de comunicación o en este mismo trabajo, se describe como un lugar turístico de “reencuentro espiritual”. Quizás ese reencuentro sea la necesidad, no solo del Valle del Cauca por encontrar su origen, sino de todo un país que no ha definido las prioridades en la relación ecosistema – sociedad, y recurrimos a los misticismos para describirlo.
Y en esa duda de ¿Qué es San Cipriano? Me dirigí a una de sus líderes y a sorpresa, me respondió al igual que mi compañera pero gratamente con un ejemplo: “esto es resultado de buscar soberanía, de apoyar a la organización social, por ejemplo, a los transportadores de las Brujitas se les apoya en su organización para que tomen decisiones que sean acordes a las necesidades de la población, cuando esto se da, se soberaniza su organización’ por parte de la comunidad y se articulan a todas las gestiones de la misma”.
Finalmente, invito a los lectores y compañeros de viaje a que se pregunten ¿que es San Cipriano? Y quizás coincidamos en el reflejo local y nacional tratado en este texto y así, descubrir sí su valor turístico producto de su riqueza, es por la ausencia de lo qué es San Cipriano en nuestros entornos comunes. Ausencia de una construcción cultural fundamentada en una relación directa con el ecosistema que tanto nos maravilla de este lugar.
A todos aquellos que no han visitado San Cipriano, espero que tengan dicha oportunidad e invito a que estén atentos como niños al regalo que les deja este lugar a su memoria.
Jorge Leonardo Castro Molina
Estudiante Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo – 6 de diciembre de 2018- Universidad Nacional de Colombia. Bogotá Colombia.
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